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Diego «El Cigala» dio una clase magistral de salsa en Málaga

Diego «El Cigala» dejo claro que en flamenco no existe ningún tipo de regla, y es que el cantaor demostró durante un concierto en Málaga que  no hay límites en la mente de un flamenco alejado de la fórmula habitual.

El artista hizo retumbar el palacio de ferias cuando interpreto Moreno Soy, durante la presentación de su nuevo disco «Indestructible», mientras sonaba Periódico de ayer una pareja no pudo resistir la emoción y se levanto de la silla para bailar.

«Me alegra poder compartir Indestructible con vosotros. Bendita sea esta tierra. Viva Málaga», manifestó el cigala a un público entregado.

El Cigala, con camisa blanca, traje y pañuelo rojo, se ponía manos a la obra con su nuevo trabajo. Sonaban los primeros acordes de Juanito alimaña -el Makinavaja latino-, aquel tema sobresaliente parido a medias entre el productor Willie Colón y el cantante Héctor Lavoe, y el público, deseoso, no lo pensaba dos veces para salir a bailar. Lo haría gustoso también con El Paso de Encarnación, un clásico de Larry Harlow, y con otra canción interpretada por Lavoe, Periódico de ayer. Salsa, son cubano, ritmos caribeños. La temperatura subía en El Palacio de Ferias a medida que el sudor de la Cali Salsa Band, el grupo del cantaor, caía de sus frentes.

Durante dos años, el cantaor, que cubrió la mitad del aforo, se embarcó en una aventura que lo llevó por algunos de los países donde nació y de desarrolló el género de la salsa: Cali, San Juan, La Habana, Punta Cana y Nueva York y Miami. Así, hasta acabar su intenso viaje en Jerez de la Frontera, donde grabó guitarra, coros, cajón y palmas. El resultado no podía sonar mejor en directo y mira que hay dificultad con tanto trasto.

Durante el concierto El Cigala homenajeó a su esposa, a Bebo Valdés, a Camarón y también a los que aguantan el chaparrón a pesar del dolor, de la pérdida. Indestructible llegó en el momento justo: el adiós. Sin embargo, el flamenco tenía una bala con sabor a Cuba, guardada en la recámara. Se despedía con Dos gardenias del inigualable Ibrahim Ferrer. Nunca supo mejor una lección de salsa a manos de un flamenco.

 

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